¿SABES CÓMO COME TU HIJO?

¿SABES CÓMO COME TU HIJO?

La falta de masticación genera una falta de desarrollo de los maxilares. Os cuento qué podemos hacer para evitarlo y evitar sus repercusiones.

Cada día sabemos más acerca de qué comen los más pequeños de la casa. Las redes sociales y las diferentes fuentes de información nos bombardean (a veces para bien) de la gran cantidad de carbohidratos fermentables (azúcares) que presentan los alimentos. Azúcares muchas veces escondidos bajo frases engañosas tipo “libre de azúcares añadidos”.

Bien, pues hoy no vengo a hablaros de este tema, aunque algún día lo haré. Hoy he querido ser más original (¡toma ya!: mini-punto y punto para mí).

Reconócelo, estás al otro lado intrigado y pensando “qué nos va a contar Laura hoy”. Me alegro, lo he conseguido. Ahora que estás tan atento….

¿Por qué no hablamos de la masticación?

 

Es algo tan instintivo y un proceso tan interiorizado, que no nos damos cuenta de cómo lo hacemos. Es algo así como respirar, con la diferencia de que al masticar podemos decidir qué es lo que masticamos (en términos de dureza) y cuándo lo hacemos.

De ese “qué” es de lo que voy a estar hablando a lo largo de este post. El “cuándo” también es muy importante, pero son tan extensos estos temas que prefiero dividirlo en “partes”.

Empecemos por la RAE:  ¿Qué es masticar?

Masticar se define como: Triturar la comida con los dientes u otros órganos bucales análogos. 

Me encanta la palabra TRITURAR. Incluso para pronunciarla tenemos que poner en funcionamiento un montón de músculos. Venga, aprovechemos esta inquietud intelectual y busquemos la palabra triturar:

  1. Moler o desmenuzar una materia sólida, sin reducirla enteramente a polvo.
  2. Partir y desmenuzar la comida con los dientes.

Genial, ya tenemos las dos palabras clave de mi charleta de hoy. Recodad: masticación + trituración.

¿Cuáles son los actores principales de la función masticatoria?

Los dientes del ser humano tienen una anatomía y disposición determinados. ¿Nunca lo habíais pensado?. Pues estas estructuras tan curiosas resultan ser uno de los principales actores de la masticación:

  • Claro, los incisivos (conocidos como las “palas”) están en los sectores anteriores dado que tienen un borde “más afilado” para cortar los alimentos.
  • Posteriores a éstos se encuentran los caninos (los famosos “colmillos”) para desgarrar.
  • Finalmente, nos encontramos con los premolares y molares, encargados de la trituración (ains, que bien suena) de lo que comemos.

¿Los dientes solo sirven para masticar? Rotundamente NO. He de decir que los dientes cumplen otra serie de funciones, como por ejemplo intervenir en la articulación de las palabras y en la deglución.

A parte de los dientes, existe otro actor también en esta función: la musculatura. Los músculos, que haríamos sin ellos… Son los encargados de movilizar los labios, la mandíbula, y la lengua para que todo este complejo proceso de trituración se pueda llevar a cabo.

En resumen: necesitamos de dientes y músculos para poder masticar.

falta de espacio

Comiendo blandito…

Son múltiples los estudios que demuestran que la falta de estímulo y desarrollo muscular tiene una repercusión directa sobre los huesos, maxilar y mandíbula. ¿Qué es lo que implica que los huesos no se desarrollen volumétricamente como debiesen?: que los dientes no van a caber en el espacio. El resultado final: el apiñamiento.

En mi día a día de la consulta cada vez me encuentro más niños con severas discrepancias oseodentarias (hablando en plata, eso que los papás me decís cuando venís a verme  “tiene los dientes tan torcidos que no le entran en la boca”).

Volvamos tiempo atrás, nuestros ancestros: El Homo Sapiens. Ellos no tenían problemas de apiñamiento. La razón se hallaba en que hacían trabajar toda la cadena muscular masticatoria. De hecho, si pensáis en qué se basaba su alimentación, os daréis cuenta que toda su alimentación se basaba en alimentos duros y nada procesados.

La sociedad de ahora está bajo la sombra de las prisas: prisas para ir al trabajo, al cole, a las actividad extraescolares, al cumpleaños de las 5 de la tarde, hacer los deberes… Por lo que perdemos la paciencia y hacemos que los niños coman, a poder ser, rápidamente en 10 minutos.

Por otro lado, no nos gustan las complicaciones y los momentos de estrés fuera de la oficina o del lugar de trabajo. Llegar a casa y que el niño llore porque le cuesta comer lo que le hemos puesto en el plato: no, eso no, numeritos los justos. Y, error, se recurre a lo fácil: batidora en mano para triturarles la comida, o bien ponerles esas comidas blanditas tipo plato de pasta o las croquetas que tanto les encantan y que tan rapidito devoran.

Por último, la industria alimentaria, que nos vende alimentos cada vez más blandos y menos saludables para los pequeños.

Conclusión: los niños no hacen trabajar los músculos de la masticación y ello trae repercusiones graves en el crecimiento de las estructuras craneofaciales.

MIS RECOMENDACIONES:

Digamos que esto es como ir al gimnasio, el gimnasio de la masticación. ¡Cuesta, claro que cuesta… y mucho!, pero al final se verán los resultados. Tenemos que hacer que los pequeños de la casa empiecen a ejercitar esa musculatura.

  • Ten paciencia y deja de lado las prisas. Que el niño tarde en comer, pero sin parar de masticar (con esto lo quiero diferenciar de los niños que se quedan con la típica bola de comida en la boca a modo hámster).
  • Siéntate a comer junto a tu hijo. Eso le hará más entretenido enfrentarse a esas comidas que tanto les cuesta a veces comer. Además, es el mejor momento para interacciones con ellos y contarnos qué tal el día. ¡Disfrútalo!.
  • Introduce más frutas en su alimentación: son más duras y saludables que la bollería industrial.
  • Volvamos a la “alimentación de toda la vida”: cambia los sandwich blanditos por los bocatas de “pan pan”.
  • Potencia el consumo de ensaladas: verdes, frescas, saludables, y ¡duras!.
  • No tritures su comida, ¡que la triture él con sus maravillosos dientes!
masticación